El Gran Propósito y los propósitos menores en el camino del hombre en el Chamanismo

El propósito del camino del hombre en el Chamanismo es reencontrar la unión con Arutam (Gran Espíritu). El hombre debe liberar su sentir recordando de dónde vino y cómo nació. Nuestro cuerpo, así como su sentir, emanó desde las profundidades de la e…

El propósito del camino del hombre en el Chamanismo es reencontrar la unión con Arutam (Gran Espíritu). El hombre debe liberar su sentir recordando de dónde vino y cómo nació. Nuestro cuerpo, así como su sentir, emanó desde las profundidades de la existencia para existir en total unión con ella misma; palpitando y respirando en cada instante de su pasajero resplandor. Todo propósito distinto a este, emana del conflicto de una resistencia oscura, cual responde a un nombre y fracasa deliberadamente como fruto evidente de su perjudicial naturaleza.

Aunque asistimos a una ceremonia pensando en muchas cosas, muchos propósitos y objetivos, debemos dejar ir a ese monstruo que anhela. Los desenlaces o soluciones de conflictos que buscamos tienen una sola raíz envenenada. Quien se ubica en la Gran Búsqueda y Realización del último sentir, lograría, como algo insignificante, deshacer esos pequeños nudos que apretan el conflicto de su "yo". Deben tener fe, en un principio, en esta enseñanza sublime de nuestros mayores. El tiempo es tan breve y la necesidad del mundo tan grande... Liberar este presente empezando por nosotros es la luz y es la esperanza para los hijos del mundo.

LIBERTAD ES SENTIR LA VIDA

Ese sagrado sentir que compartimos todas las criaturas; ese delicado cristal perfecto del cual emana, en una incansable obra de inspiración dichosa, la caricia helada de la paz. Ella es nacimiento sin comienzo, mientras siempre ha sido, siempre es. En su flujo nunca ha habido interrupción, entender esto nos capacita a unirnos en su eternidad y realizar nuestros propósitos menores, como un río que rebalsa sus orillas derramando las lágrimas de cristal del Espíritu, dibujando nuevos caminos en el tiempo desde los cielos. Pero obtener un desenlace en nuestro dolor o dificultades, sólo ocurrirá desde esa unión que todo rebasa, estremeciendo cielo y tierra en escalofriante cosquilla que grita y llora hermosa.

Fue un error traicionar la Vida, olvidarla poco a poco mientras nos embriagábamos en un encantamiento oscuro convencidos o siendo dolorosamente convencidos. Una oscuridad que nublada cada vez más nuestros días; una sombra que bebe nuestro néctar de oro para hacerse densa y pesada; una sombra que habla de sí misma consigo misma. Que quiere obligar a nuestro Espíritu a mirar a través de su cristal, dominando en frustración controlada y violenta. Un fracaso oscuramente siempre condenado y que sabemos que así permanecerá, no sabiendo ahora que vemos sus consecuencias, qué hacer. Las tardes que reflexiono así antes de comenzar una ceremonia, me olvido si tenía un propósito menor que me pareciera más importante.

Perseguir que se cumpla un anhelo, ya sea en ceremonia o en nuestros días, es cortarnos las venas de la eternidad y derramar su sangre llenando un charco en sucio asfalto. En un instante de entrega absoluta al Gran Espíritu, tendríamos realizada y rebasada la limitante sed del anhelo. No vemos más allá, por eso sangramos un sacrificio en el tiempo. Quién en Arutam se funde, vive libre, vuela entre las plumas blancas y ancianas del águila, y ve en su amigo tiempo el pasado, pesente y futuro. "Sacrificio" se deshace ante la luz de la visión, cual llevará la fuerza del Espíritu para que todo ella haga.

Si en el corto parpadeo de esta fugaz vida, perdiera el tiempo pensando en como satisfacer un objetivo que luce como lo más importante, en un tiempo y lugar irisorios. No estando muy seguro si mañana eso será realmente lo más importante, ya que la Vida es quien dispone al final, y eso nunca lo valoramos. ¿Qué se dibujaría en la visión del hombre o mujer que bebe Ayahuasca en sagrada ceremonia? El error fundamental, la oscuridad miserable y tétrica que nos aleja de ese sentir dichoso y constante del Espíritu, que ningún susurro del anhelo debería haber hecho al hombre codiciar y perder su presencia sagrada.

¿CÓMO NOS ENSEÑA LA CEREMONIA DE AYAHUASCA EN EL CAMINO DEL CHAMANISMO?

Si la ceremonia de Ayahuasca no nos mostrara como la sombra nos convenció para vivir resistiendo a la unión con la existencia constantemente. Cómo nos herimos cruelmente a cada instante y sus consecuencias dramáticas. Si no nos impresionara lo suficiente como para que su caricia helada mojara la noche con sus lágrimas de cristal , desde las negras profundidades del mundo y el Tabaco. Y con una última exhalación de arrepentimiento tomarámos una decisión a favor de la Gran Tendencia. Esa ceremonia no sería verdadera, esa ceremonia no sería lo que mis abuelos enseñaron. Cuídense de fiestitas agradables que corrompen e insultan el camino sagrado, no más burlas hacia la Vida por favor. Cuidarnos es una decisión que sólo a nosotros nos pertenece.

El hedor pestilente de la sombra se viste entre las sedas fragantes del anhelo. Caricias que nos van llamando y seduciendo, mientras ocultan gritos agonizantes llenos de miedo y dolor. Eso no escuchamos en el momento preciso que aceptamos nuestro "yo", en su lugar, desesperados buscamos alivio entre las alimañas y damos la espalda para que con un trato agradable, saqueen y devoren nuestra vida poco a poco. Eso que la carne se corrompa y se derrame su sangre infecta lejos en el tiempo. Un tiempo que fue el regalo de Arutam, para que su eternidad hubiera llevado nuestras blancas plumas en la belleza de sus vientos.

Es el Gran Propósito aquel que concede la realización y desenlace hacia la libertad de todos aquellos menores. No hay otra forma sino recordar...

Demasiadas familias en todos los lugares del mundo están llenas de dolor y sus miserias escogidas. Todo comienza en un marco de violencia e imposición inicial heredada. La felicidad del cariño cuanto más grande y hermosa se viste entre sus sedas negras y elegantes, más roja y dolorosa hace la inevitable despedida. Cuanto nos hiera dependerá de qué hayamos alimentado en el tiempo y cuánto nos hayamos perdido en el roze del confuso encanto. Vivir sintiendo el Espíritu, nunca olvidarlo en nombre de nada, es el camino que acaricia la vida de un hombre. Blancas son las plumas en el pecho del águila anciana, ellas danzan a su vuelo; vuelo que sobrepasa muchas vidas que andan a gatas por no querer compartir el Gran Sentir del Cristal. De ello soy un viejo testigo.

Liberar nuestro sentir es importante para la felicidad de "uno", pero significa tanto para tantos. Esos que pensamos que son otros, que llamamos otros, es sólo ignorar cuán inevitablemente unidos estamos. Son los mares de sentimiento que enternecen en sus murmullos, el único corazón que hacen a un padre y su hija. Es el cielo y su luz dorada la que lloran en estremecedor canto, al levantarse la caricia sagrada entre el aroma del Tabaco. Es que un relámpago del Gran Sentir en un amigo o hermano, electrifica a quienes le rodean. Y eso puede crear historia, cultivar desde un recuerdo una cultura, que como bendijo un momento en unos seres que compartían sangre y sentimiento, la posterioridad se querrá bañar en esas aguas santas a sus semejantes.

Entre todos los propósitos, uno es el grande al que todos los menores ineludiblemente desembocarán.

Atajemos el trayecto, ya que que la vida es el parpadeo de un relámpago que muestra fugazmente algo como un sentido. No caminaré lento y pesado cruzando la tierra con los osos, pues sé que me quedare a vivir en las montañas y sus bosques. No nadaré en los largos ríos chupando con las anacondas, pues lejos puedo ver que continúan serpenteando toda una vida. Volaré como águila, cerca del sol recordaré la sangre del hombre en los horizontes. Veré dónde comenzó el anhelo a hablar; veré hacia dónde inevitablemente todo ser se dirije; les veré dónde quedan dando vueltas solos y con otros; y eso sabré que no es la libertad que cantan en una emoción sin resolver... lo reconoceré en ese mismo instante con la inteligencia completa de la compasión, ese sentido que acompaña el aliento de hastío, arrepentimiento, pena, cariño, comprensión, ayuda y amor. Parapadearé y el tiempo pasará fugaz, así sabré cuando regrese a mi nido en la oscuridad, donde duerme el Gran Espíritu.