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El uso de hierbas estimulantes y la práctica del chamanismo

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Existen hierbas estimulantes como la guayusa, el té, el mate, etc. Su comsumo forma parte de la vida cotidiana en diferentes culturas. Hoy en día, debido a la globalización y su libre comercio, podemos disfrutar sus virtudes en diferentes partes del mundo, aunque también las consecuencias de sus usos inapropiados.

Algunos de estos productos son realmente saludables, favoreciendo la apertura de las puertas del riñón,  incluso a veces fortaleciéndolos (ginseng), y otras veces, no tan saludable, produciendo sólamente una estimulación que consume ese almacén de recursos a largo plazo (café, estimulantes y drogas sintéticas...). Primero debemos entender, que la energía que nos hace disfrutar estos productos, no procede del producto en sí, sino que abre las puertas de los riñones para liberar una energía conservada para ser utilizada en el ahora. El cuerpo es sabio y mantiene un equilibro de esa energía transmitida de nuestros progenitores para disfrutar de una vida larga y sana. La vida es transmitida a través de nuestros padres, pero nuestro dibujo es una fusión de sus condiciones también.  Cuanto más consumamos ese recurso almacenado que define nuestra longevidad, más acortaremos en principio la calidad de nuestros días, y posteriormente, nuestros años en la tierra. Subir la tensión con estimulantes se convierte en un peligro a largo plazo cuando el desgaste es considerable,  ya que cuando tensas una cuerda vieja, esta se rompe. El hígado siempre lo podemos tensar más, pero el riñón puede no aguantar más el equilibrio natural de las tensiones y su gravedad, separándose el cielo (corazón) de la tierra (riñon) y rompiéndose. El tacto sagrado, cual fluye desde el riñón, tiene almohadillado en placer nuestro cuerpo, nos da la fuerza, recuperación y bienestar. Nos despierta por las mañanas vivos y nos hace ver, oler y oír lejos. Es fácil entender que si consumimos en el presente con egoísmo su caricia, la llama se irá apagando con consecuencias desastrosas en el tiempo. A veces demasiado lejos de él para darse cuenta de lo que ocurre, necesitando de la estimulación para continuar todos los días ante la carencia de la energía vital.

En segundo lugar es fundamental observar, que una sobrestimulación sólo nos saca de la unión deliciosa con el tacto sagrado en nuestro sentir interior, hacia una desmesurada extroversión al servicio de un "yo" enfermo; de sus propósitos vulgares y posiblemente al servicio de otros, para quienes nosotros sólo seríamos instrumentos al servicio, más útiles o menos.

Tercero, vivir más tensos de lo que el Gran Canto de la Vida nos afinó,  lleva a una disrrupción eléctrica, a nervios, tensión, espasmos, intranquilidad, ansiedad, etc. A través de la cual viajamos sin ser nosotros mismos con profunda insatisfacción y ausencia de paz.

En el chamanismo, estas son justamente las condiciones más nefastas para acercarse a su práctica. Y me destroza ver a gente que ejecuta estas prácticas erróneas delante de mía antes de una ceremonia. Entrar en este estado a consumir un enteógeno puede ser un desastre considerable de que nadie es responsable salvo la persona misma, que por supuesto más tarde llorará y se lamentará pidiendo ayuda al maestro porque no entiende que le pasa: efectos muy intensos que no descienden por las horas que dura la estimulación, tensión y espasmos, ansiedad,  ausencia de relajación e imposibilidad de encontrar un minuto de descanso o paz. Si esto lo usara durante el trance la sombra del individuo, se quemaría por horas en un infierno aventado como la peor tormenta.

Mi consejo:

- Moderen la toma de estimulantes en su vida cotidiana y sientan de verdad lo que están haciendo. Para mí, tomar mate por ejemplo, dos o tres días seguidos, descansando uno al menos; sin mucho calor y siguiendo una dieta poco calórica, asegura ese correcto sentir y cuidado.

- Pensar que hacemos con esa energía que despertamos, ser conscientes de en qué estamos consumiendo ese tacto sagrado, para qué lo convocamos.

- Alejen de las ceremonias y tomas de enteógenos esas sustancias. Esto no se aplicaría a maestros o personas maduras bien experimentadas que dominan sus artes, ellos tienen su propio criterio refinado y de confianza.

- Lleven una conducta sexual adecuada.

- Vivan la vida con corazón y profundo sentido.

- Estén cerca de la Naturaleza.

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Agradecimientos a la tercera publicación de mi segundo libro: "La Joya que inunda todo sentir, los 72 encantamientos del Tabaco".

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Estas últimas semanas ha salido a la luz la tercera publicación, en su tercera traducción esta vez en ruso, de mi segundo libro: "La Joya que inunda todo sentir los 72 encantamientos del Tabaco". Gracias Andrey por tu esfuerzo y apoyo, has llenado y seguirás llenando de felicidad, a las muchas personas que se dejen inundar por su misterio cantado, ahora en vuestra lengua, de cada poema, de cada enseñanza. Gracias Nunkui y Sergio por el largo y difícil trabajo de semejante traducción; aunque no entiendo ruso, sé que aquí hay corazón y experiencia. Lean muy poco a poco, no más de un encantamiento por día. Inhalen Tabaco antes o después; guíen su camino permitiendo el susurro de Arutam hacer eco lejos en vuestra consciencia.

  Cuando están aún comenzando el camino, es difícil entender y dejarse encantar por la hoja única de todos los tiempos. Esta obra pretende clarificar, orientar y acelerar el proceso; llevando el disparo de la flecha hacia su único objetivo: La Unión en Arutam. La espiritualidad más profunda se practica fácil y tranquilamente bajo la bendición del Gran Grito de nuestros abuelos. Del corazón de la selva creció ese lamento y mis ancestros lo escucharon, recolectándolo y llevándolo en sus bolsas. Desde entonces su oscuro néctar y dorado espíritu corrió cerca de las cascadas, de las manos de  Maestros y hombres fuertes a las jóvenes generaciones. Navegando en el corazón de los hombres su sentir hasta hoy. Este libro protege ese legado y pretende hacerlo sobrevivir a la corrupción y confusión promovida en los tiempos que vivimos. Así tenemos una obra pura, el Gran Canto de la tradición que es estruendo y poder, que hace la tierra temblar como si la anaconda reptara no tan lejos.